Borges – Fin de año alrededor del mundo
Que sí. Se acerca el final del año -Fin de Año!- y parece que otra vez se repite la misma historia: festival gastro en la mesa, campanadas, uvas (o nueces), cotillón, cava (o champán) a discreción y los mismos propósitos a la vuelta de la esquina. Otra vez. O no…
Si consideras que siempre -¡siempre!- es la misma historia, basta con mirar más allá de tu frontera -incluso mucho más allá- para darte de bruces con la realidad: tu forma de despedir cada año nada tiene que ver -¡nada!- con la de tantos otros rincones del mundo. Y eso es precisamente lo que hace especial esta fiesta; que cada uno, cada país, la celebra a su manera. Respetando la tradición y resiguiendo unas mismas costumbres. Algunas, sorprendentemente, un tanto curiosas.
Sin salir de Europa, en Irlanda, por ejemplo, despiden el año con la denominada procesión de la luz popular, que consiste en que todos los que salen a celebrar la fiesta en la calle llevan consigo sus propios faroles para iluminar una de las noches más singulares del año. En Dublín, además, se celebra durante tres días a partir de Nochevieja uno de los festivales más importantes del país que incluye actividades y eventos para todos los públicos. Entre éstos, uno de los más entrañables es el Food Village, un mercadillo de comida que hace las delicias de cualquiera.
En Inglaterra, todas las personas con vínculos afectivos mantienen intacto el hábito de unir sus manos en señal de fraternidad y unión ante lo que pueda depararles el cambio de año.
En Italia, por aquello de atraer a la buena suerte, comen lentejas como plato principal de una noche que se festeja también en la calle. En Roma y Nápoles, incluso, se cuenta y se rumorea que la gente suele tirar por la ventana esos trastos viejos que quieren dejar atrás cual lastre para afrontar el Año Nuevo con ideas, espíritu y trastos renovados.
En Francia, el país del amour, el traspaso de año supone salir a festejarlo por todo lo alto, no sin antes derrochar dosis de cariño y arrumacos –habrá con quien más y con quien menos- bajo una rama de muérdago con la esperanza de tener fortuna en lo venidero.
En Latinoamérica en general, una celebración tan cálida –recuerda: allí es ahora verano- no puede estar exenta de fuegos artificiales y jolgorio. Un ambiente muy propicio para festejar al aire libre y llevar la fiesta a las playas o simplemente frente al mar, símbolo inequívoco de la incertidumbre y la esperanza que supone divisar el horizonte. En Alemania también son proclives al derroche pirotécnico y por ello suelen vestir el cielo de luz y color.
Ya no tienes excusa para que tu próximo Fin de Año no se parezca en nada al anterior, pero entonces no te olvides de marcarte como primer propósito tras las campanadas hacer hucha y viajar adonde te lleven tus ahorros y tus ganas. ¡FELIZ AÑO NUEVO!