Abrir una botella de vino y servir la primera copa de la comida antes de sentarse a comer a la mesa. Este placentero ritual sirve para ir entrando en materia y calentar del estómago antes de empezar una buena comilona. I picar algo, pues un aperitivo sin picoteo no es un aperitivo. Claro que si nos pasamos de la raya picando, después estaremos demasiado llenos para apreciar los verdaderos platos principales de la comida. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Aperitivo, sí? ¿Aperitivo, no?
Aperitivo, ¡por supuesto! Solo debes escoger propuestas ligeras y saludables, que se adapten al resto de la comida y que no la empañen. Por ejemplo, si has organizado una cena informal, puedes poner el punto de partida en un aperitivo de pie acompañado de olivas negras aliñadas con aceite de oliva virgen extra y orégano, y de almendras tostadas especiadas.
Si prefieres optar por algo más elaborado pero sin pasarte, entonces decántate por el terreno vegetal: unos chips de alcachofa o un original hummus de pistachos serán todo un acierto. Acompaña este último de crudités de verduras como la zanahoria y el apio en vez de pan de pita y aligerarás el resultado.
Si lo que te apetece es un aperitivo trabajado, sorprendente y en la mesa, te proponemos una delicada brandada de bacalao, que podrás servir en cazuelitas, volovanes o tartaletas, según la cantidad de banquete que hayas preparado para después, y unas brochetas de colas de langostino acompañadas de alguna mahonesa versionada: de pera y avellana, mostaza y eneldo, jengibre…
Para aperitivos improvisados y resultones, ten a mano unos tacos de queso aliñados. ¿Cómo? Escoge el queso que más te guste, córtalo en pedacitos de un bocado y ponlos en un bote con aceite de oliva virgen extra junto con unas cayenas, pimienta negra o albahaca. Cierra bien el bote, déjalo reposar y al cabo de unos días tendrás un delicioso aperitivo siempre a tu disposición.