La fruta deshidratada pierde su contenido en agua durante un proceso de secado al sol o mediante alguna técnica de deshidratación (cuanto más baja sea la temperatura en dicho proceso, mejor se conservará). De modo que su aspecto, su sabor y su textura poco tienen que ver con los de la lozana fruta fresca. Así que la pregunta que hemos hecho es bastante recurrente, pero la respuesta es invariable: sí, la fruta desecada mantiene sus propiedades. Y por más tiempo, porque no se estropea tan fácilmente como la fresca.
Como apenas tienen agua, los nutrientes de la fruta desecada se concentran mucho más, y lo que más aumenta en proporción son los hidratos de carbono, sobre todo azúcares simples como fructosa y glucosa. Además, la fruta deshidratada proporciona una buena dosis de energía, ya que una ración de entre 25 y 50 gramos aporta entre 50 y 70 calorías —las uvas pasas, los higos y las ciruelas pasas superan esta media, pues son las variedades más calóricas. Por otro lado, los frutos secos son ricos en fibra (ideal para el tránsito intestinal y contra el estreñimiento) y contienen mucho hierro (las personas anémicas reviven con ellos).