El estudio PREDIMED, en el que Borges ha participado activamente, se ha convertido en un hito en la investigación sobre la relación existente entre alimentación y salud. Por ser el mayor estudio sobre nutrición realizado en España y porqué a día de hoy aún sigue generando nuevas conclusiones.
Si hasta ahora PREDIMED había demostrado que una dieta mediterránea es capaz de reducir el riesgo de padecer un accidente cardiovascular y diabetes, así como de mejorar y revertir la arterioesclerosis, ahora da un nuevo paso adelante y demuestra que puede llegar a ser capaz de controlar enfermedades con base genética.
En concreto, los investigadores se han fijado en el 14% de los participantes del Estudio PREDIMED que tenían en su ADN dos copias de un gen claramente vinculado con el desarrollo de la diabetes tipo 2. Los pacientes con dos copias de dicho gen tenían casi tres veces más probabilidades de sufrir un infarto cerebral (ictus) que las personas sin ninguna copia.
Ahora, se ha descubierto que este gen interactúa con la Dieta Mediterránea previniendo derrames cerebrales. Éstas son las conclusiones a las que ha llegado el grupo de investigadores dirigidos por José María Ordovás y la Dra. Dolores Corella del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) y del Centro de Investigación de la Nutrición Humana sobre el Proceso de Envejecimiento Jean Mayer (USDA HNRCA) de la Universidad Tufts de Boston.
Los investigadores han podido comprobar que aquellas personas que seguían la dieta mediterránea suplementada con aceites de oliva virgen extra tenían menos probabilidades de sufrir un ictus, hasta equipararse al que tiene el resto de la población. En cambio, las que hicieron una dieta baja en grasas manifestaban un riesgo hasta tres veces mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que los que seguían el modelo de alimentación mediterráneo.
Estos resultados suponen un avance significativo para la nutrigenómica, el estudio de los vínculos entre la nutrición y la función de los genes y su impacto en la salud humana, especialmente en el riesgo de enfermedad crónica.
“La adherencia a la Dieta Mediterránea reduce el número de accidentes cerebrovasculares en personas con dos copias de la variante genética de riesgo. Esta alimentación saludable parecía eliminar el aumento de la susceptibilidad de ictus, poniéndolos en igualdad de condiciones con las personas que no tenían ninguna copia de la variante”, explicó Ordovás, quien también es profesor de la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad Tufts.
Los resultados, publicados en la revista Diabetes Care, abre la vía al desarrollo de pruebas genéticas que permitan identificar aquellos pacientes que puedan reducir su riesgo de enfermedades crónicas, o incluso prevenirlo, haciendo cambios significativos en su forma de comer.
Con todo, los autores señalan que se necesitan más estudios para determinar qué mecanismos pueden estar involucrados en la interacción que observaron. Por eso, continuarán investigando en el estudio PREDIMED para profundizar en la relación entre genética y dieta.