Largas jornadas de trabajo frente al ordenador, una (cada vez más) vida sedentaria, la tentación diaria del menú de restaurante, los postres o comer con prisas. Las nuevas dinámicas laborales no son nada favorables para intentar frenar un preocupante problema de calado mundial: la obesidad. Más del 30% de la población sufre sobrepeso y las consecuencias de ello no son nada inofensivas: diabetes, colesterol, riesgos cardiovasculares…
Si es necesario comer fuera de casa, que lo sea también poner atención en ello. Por ejemplo, con algunos consejos como los siguientes:
Intenta comer siempre a la misma hora, dentro de un horario razonable, y ten por costumbre tomar algo a media mañana y como merienda (una pieza de fruta o un puñado de frutos secos son una perfecta opción).
Come y bebe despacio, masticando bien, disfrutando del momento y dejando de lado el trabajo. Seguir involucrado en los deberes laborales durante la comida solo provocará que dejemos de ser conscientes del acto de comer.
Atención a las raciones. No comas demasiado. Si la dinámica de trabajo es sedentaria no solo no quemarás lo ingerido sino una comida copiosa acabará por producir sueño y pesadez de estómago.
En la medida de lo posible, procura llevar tu propia comida preparada de casa lista para calentar y/o tomar.
Si comes en restaurante o comedor, intenta combinar, unas tres veces por semana, un primero a base de verduras, cremas, sopas o ensaladas con un segundo de carne, pescado o huevos.
En el caso de platos que sumen hidratos y proteínas –legumbres, guisos, arroces, pastas…- lo mejor será tomarlos como plato único.
Evita fritos, rebozados y grasas saturadas. Y cuidado con las salsas y las guarniciones.
Limita al máximo la comida rápida, sándwiches y bocadillos. Y por supuesto, vigila que no se conviertan en un recurso fácil y socorrido para comer frente al ordenador.