No es ningún secreto que nos encanta el aceite de oliva virgen extra. Sobre él hemos hablado en muchas ocasiones, hemos repasado sus usos culinarios y aquellos que nada tienen que ver con la cocina, también sus maridajes más inesperados, como este con chocolate, así como sus principales beneficios en materia saludable.
Sin perder esto último de vista, hoy toca detenerse en uno de ellos: su acción en casos de diabetes, una enfermedad que afecta a más de 420 millones de personas en el mundo (según los datos de 2014 del Informe mundial sobre la diabetes de la Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 2016). Muy relacionada con la obesidad, la hipertensión y el sedentarismo, se cree que aproximadamente el 50% de los que la padecen no son conscientes de su enfermedad, una cifra que alcanza, en el caso de algunos países, el 80 %. Nada que uno pueda tomarse a la ligera, ¿verdad?
Pues bien, como la alimentación es salud, no podía quedarse al margen en este caso. Y es que está demostrado que seguir una dieta mediterránea ayuda a reducir el riesgo de padecer diabetes de forma significativa. Así lo recogen las conclusiones del estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea), en el que se trabajó con personas diabéticas o que presentaban riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Tras años de estudio, aquellos que habían seguido una dieta mediterránea enriquecida con aceite de oliva virgen extra habían reducido el riesgo de sufrir diabetes entre un 40% y un 18% en comparación con los que habían seguido una dieta baja en grasas. Además, habían ralentizado la progresión de la enfermedad una vez diagnosticada y habían retrasado el tratamiento con medicamentos.
¿Por qué? El motivo es sencillo de comprender si sabemos distinguir entre grasas saludables (insaturadas) y no saludables (saturadas y trans). Las primeras, contenidas en el aceite de oliva virgen extra ―así como en pescados azules y frutos secos, por ejemplo―, ayudan a bajar de peso y a prevenir enfermedades cardiovasculares. Ni todas las grasas son malas ni es aconsejable desterrarlas de nuestra cocina. A la vista está.