Volviste de vacaciones de verano con dos propósitos firmes: comer mejor y apuntarte al gimnasio. Te costó, pero estabas en ello. Ha llegado la Navidad y te has dado un paréntesis. No te preocupes, no pasa nada, ni siquiera significa que debas dejar de lado tu plan de final de verano, y queremos demostrártelo proponiéndote una cena de Fin de Año que no se convertirá en un exceso de esos que hacen historia.
Capítulo uno: entrantes
Prepara una crema templada con verduras para entonar el cuerpo. Por ejemplo, de calabaza, naranja y leche de coco o una clásica vichyssoise de puerro. Sustituye el foie por un paté casero de nueces y champiñón o por unas crudités acompañadas de salsas: de queso y yogur, de berenjena… Para los que les guste el mar, proponemos unos mejillones al vapor con crema de curry, y sin gluten, hummus de zanahoria y huevos rellenos de guacamole con langostino.
Capítulo dos: principales
Si no te pasas con los entrantes, puedes preparar un clásico que no falla, solomillo Wellington relleno de ciruelas. Eso sí, ¡no te vuelvas loco con las raciones porque llena! Para una versión más ligera, prueba con estas pechugas de pollo rellenas de ciruelas. Y si tu idea es cocinar pescado, puedes alegrarlo con una cobertura de semillas. Recuerda que las recetas al horno o al vapor siempre son más saludables y que no debes arruinarlo con una salsa pesada ni con un montón de patatas como guarnición. ¿Qué tal una ensalada con hortalizas y frutas para acompañar?
Capítulo tres: postres
Con los postres no la líes, que caer en la tentación es muy sencillo, así que ojo. Equilibra bien el menú y cierra con una propuesta que deje un buen recuerdo sin dejar pesadez de barriga. Panna cotta con salsa de orejones y ciruelas, vasitos de yogur con pasas y melocotón o brochetas de fruta fresca con (un toque de) chocolate son algunas de las ideas que te proponemos.
