Siempre has envidiado a aquellos maestros del pícnic, a menudo ocultos en campings de todo el mundo, capaces de montar un chiringuito de órdago en cualquier lugar y en un santiamén. Aquellos capaces de sacar de su cesta (¿o deberíamos decir chistera?) los más ricos manjares, con una presentación excelente, un aspecto envidiable y un sabor… ¡Qué sabor! Crees que nunca serás uno de ellos, que un pro del pícnic nace, que serías capaz de teledirigir un cohete a la luna pero jamás de montar un picnicazo que parece recién salido de El Bulli. Pues te equivocas. Este decálogo no solo contribuirá a que tus pícnics de Semana Santa no sean un fracaso, sino que te va a convertir en un máster en la materia.
1- Sí al mantel
Y si puede ser de cuadros, mejor que mejor. ¿A quién se le ocurre montar un pícnic en la playa sentándose encima de la chaqueta (ergo, pasando frío: ya se sabe que la Semana Santa es muy traicionera) y comiendo un sándwich de pan de molde que además hay que preparar in situ? Nada de eso. Lleva mantel, servilletas y un par de mantitas para el personal. Grábatelo a fuego: si no vistes el pícnic, fracasarás.
2- Neverita con hielo: fundamental
Si sois muchos, una buena opción es haceros con un bidón, rellenarlo de hielo y tener la nevera a punto para toda la tarde. Así, si lleváis fruta también se mantendrá fresca hasta la hora de consumirla.
3- Finger food para todos los gustos
Ahora se le llama así, pero de toda la vida se ha llamado comer con las manos. Es decir, apostar por platos que no requieran de demasiada logística para ser ingeridos: croquetas, nuggets, lomo empanado, empanadillas, pizza, burritos, rollitos, tartas y cocas saladas de lo que quieras…
4- Ensaladas al poder
En un pícnic al aire libre es fundamental comer ligero. Las ensaladas son, pues, un gran recurso, y las puedes preparar de pasta, arroz, cuscús, quinua y los más diversos ingredientes. ¿Un consejo? No las lleves aliñadas de casa. Prepara la vinagreta, guárdala en un tarrito y sazona las ensaladas en el momento de consumirlas.
5- Postres ligeros
La fruta cortada en dados y dispuesta en un bol es la mejor manera de poner el punto final a un ágape al aire libre. Olvídate de los postres demasiado consistentes o más incómodos de comer. Lo que sí puedes hacer es preparar un bizcocho casero (¿qué te parece uno de zanahoria?) para acompañar el café.
6- Porque vas a hacer café
Y llevarlo en un termo, bien calentito. Lo mismo que la leche, para quien quiera un cortadito. Y si te haces con una bebida vegetal (de nuez, por ejemplo) para aquellos que no sean demasiado amigos de la leche, entrarás por la puerta grande en el olimpo de los maestros del pícnic.
7- Sí a los bocatas
Pero puedes sofisticarlos un poco: de aguacate y tomate, de hummus, de salmón ahumado con queso fresco, de atún y mayonesa, de pollo a la plancha, de seitán… Una buena opción es llevar pan de molde sin corteza y, en el momento del pícnic, cortar el bocadillo en cuatro trozos para que los comensales puedan probar un poco de todo.
8- Tortilla o quiche
Introducir el huevo, un alimento versátil y del agrado de todos, siempre es una buena idea. Aunque hay quien se atreve a llevarlos rellenos, lo que puede resultar engorroso en un pícnic, una buena idea es apostar por una tortilla o una quiche, ricas y manejables.
9- Un buen vinito, ¡claro que sí!
Pícnic no es sinónimo de cerveza y refrescos. Puedes elegir un buen vino blanco o rosado y fresco para acompañar tu comida al aire libre, e incluso hacerte con unas copas de plástico para beberlo.
10- ¡Y por supuesto: intendencia!
Protector solar, repelente de mosquitos, toallitas húmedas multiuso, cartas, ajedrez e incluso algún juego de mesa sencillo. Si vas con niños, no olvides llevar ropa para cambiarles, pues cualquier pícnic de nota acaba con alguna pequeña tragedia en forma de manchas. Escoge un lugar en el que haya sol y sombra, y con un baño o espacio similar (ya nos entiendes) en las proximidades.
