¿A veces te apetece comer fruta pero te da pereza pelarla o simplemente no tienes piezas frescas en casa? La solución es la fruta deshidratada o desecada: conserva casi todas las propiedades de la fruta y está lista para consumir. Te contamos qué beneficios te aportan algunas de sus variedades.
Dátiles. Son un gran sustituto del azúcar en las recetas de bollería, pero sobre todo aportan calcio, magnesio y fibra. Tienen también ácido pantoténico, que combate el estrés y nos ayuda a relajarnos.
Higos. No solo son un capricho irrenunciable: los higos desecados también presentan un valor nutritivo muy elevado. Proporcionan un chute de energía casi inmediato, contienen fibra y hierro y nos ayudan a reducir la presión arterial.
Orejones. Los orejones de albaricoque son una opción deliciosa. Nos aportan betacaroteno (más que las zanahorias), hierro y calcio. Cinco orejones contienen más o menos la misma cantidad de azúcar que una manzana.
Ciruelas. Especialmente ricas en vitaminas A, B y C, son la fuente de fibra por excelencia. Si sufres de estreñimiento, déjate de pastillas y come ciruelas. Además de deliciosas, son mano de santo.
Pasas. Esta fruta desecada es ricas en potasio, indispensable para cuidar tendones y articulaciones, y nos ayuda a mantenernos jóvenes gracias a los bioflavonoides. Resulta perfecta como tentempié entre comidas, acompañada de un par de nueces.