Adoras los frutos secos. Si un día abres el armario y no te encuentras tu puñadito de frutos secos de rigor… ¡¡OMG!! Crisis doméstica al canto. Bajarás a por ellos incluso en pijama, porque no puedes vivir sin tu dosis diaria de estas delicias cardiosaludables. Pero, incapaz de ver su versatilidad sin límites, te conformas con comerlos como piscolabis. Craso error. Tu vida tendría muchísimo más rocanrol si descubrieras estas sugerencias para utilizarlos.
En tus ensaladas.
Empezamos por un básico, pero es que incorporando los frutos secos a las ensaladas les das mucha vida, desde la tan socorrida ensalada de queso de cabra con nueces a otras más originales, como la de higos con avellanas o la de pollo con cacahuetes. Lo que se lleva es romper los frutos secos ligeramente con el mortero, para encontrar trozos desiguales en la ensalada. Cuánto color, cuánta vida, cuántos nutrientes… Y qué swing. Te llevarás las manos a la cabeza por no haber descubierto antes estas recetas
En tus vinagretas.
Otra opción para alegrar una ensalada con frutos secos es utilizarlos en el aliño: puedes triturar cualquiera de ellos con aceite, vinagre, sal, pimienta y lo que se te antoje (limón, mostaza, albahaca…). Su presencia será mucho más sutil que en la anterior opción; incluso habrá algún invitado que no entienda de dónde viene ese toque tan especial y gustoso. Pero el sabor quedará mucho más integrado en el conjunto de la ensalada. Caballo ganador.
En tus guisos.
¿Por qué crees que los potajes de tu abuela sabían tan ricos? La picada o el majado con frutos secos es el mejor secreto de la cocina tradicional, ideal para ligar y espesar sofritos y para potenciar los sabores del plato. Hay muchas opciones en función de las costumbres y del gusto personal, pero una picada básica consistiría, por ejemplo, en picar en un mortero uno o dos dientes de ajo, un poco de pan tostado, almendras y/o avellanas (o, por qué no, unos piñones) y alguna hierba (azafrán, ñora, vino o algún licor también podrían ser excelentes complementos), junto con un poco de caldo del guiso. ¿Se te está haciendo la boca agua? Pues ya tardas en poner esta receta en práctica.
En tus salsas.
El pesto con sus piñones o el romesco con sus almendras y avellanas son dos recetas tradicionales con frutos secos como ingrediente principal, pero a veces es cuestión de echarle imaginación. Una salsa de nueces o de pistachos podría quedar divina en tu próximo plato de pasta o verdura. ¡A crear se ha dicho!
En tus purés.
Pon un poquito de emoción en esas verduras o esas patatas en versión puré.
En tus sopas o cremas.
Igualito pero en versión líquida; tu paladar lo agradecerá.
En tus rebozados.
Si junto al pan rallado (o sin él) incorporas algún fruto seco triturado, la fritura va a hacer llorar a tus invitados; de emoción, claro.
En tus granolas.
Esta mezcla de cereales, granos, semillas, frutos secos y/o frutos deshidratados está muy de moda en los desayunos y nos aporta una gran energía. Generalmente se liga con miel y se acaba en el horno para que quede crujiente. Échale imaginación para crear diferentes granolas, con toda la diversidad de frutos secos y de ingredientes a tu alcance. Solas, con cualquier tipo de leche o con yogur están de muerte.
En tus yogures.
De acuerdo: lo de las granolas no te acaba de convencer o no te apetece preparar una en este preciso momento… Añadiendo unos frutos secos a tu yogur le darás ese extra de sabor, vitalidad y singularidad que buscabas. ¿Deseabas ampliar tu surtido de piscolabis de media mañana? Ya tienes uno más.
En tus postres.
Cualquier ensalada de frutas va a recibir un chute de alegría si le incorporas algún fruto seco tostado y triturado, tanto por el sabor como por el contraste crujiente. Si los añades a tus bizcochos, magdalenas y tartas, el subidón también va a ser considerable.
Con queso y crema de queso.
Una tabla de buenos quesos variados con unos frutos secos de acompañamiento bastaría para alegrarnos el día. Y el mes. Y la vida. Otra opción para queseros redomados es incorporar frutos secos bien triturados y ligados con una crema de queso fresco: es lo más para untar unas crudités.
En los panes.
Si te animas a hacer pan, los frutos secos serán grandes aliados.